Bibliotecario feliz. Por Nicolás Rodríguez.
Algunos me conoceran y muchos no. Me llamo Nicolás Rodríguez y soy de Buenos Aires, Argentina. Tengo 26 años, trabajo en una biblioteca, estudio inglés, he hecho cursos de arte como pintura (por casi 12 años), escultura, tallado en madera y arte francés, entre otras cosas. Soltero, muy a mi pesar ¡Jajajaja!
Nací un viernes 20 de febrero y recién durante mi época de jardín se dieron cuenta de que no escuchaba nada de nada. Pese a que era un santo de bueno, mi rebeldía en el aula me precedía. Los demás chicos (según cuenta mi madre) dibujaban coches de carrera, árboles, las tortugas ninja, etcétera, mientras yo hacía la del mono, o sea, nada de nada ¡Jajajajaja! Asi, mi maestra llamó a mi mamá y le explicó que quizá deberían llevar al nene a que lo viese un especialista, ya que notaban que no escuchaba nada de lo decia la maestra. Y hete aquí que lueeeego de un tiempo se dieron cuenta de que mi sordera venía dada por este bendito síndrome dado a llamar Treacher Collins. Entonces, un buen día, comencé a usar audífonos.
Vía jardín o bien mediante especialistas, hubo un periodo de adaptación, no es nada fácil escuchar mis pensamientos y al otro dia a 20 chicos de mi edad discutiendo quién tenía el crayon más azul.
A día de hoy sigue habiendo madres de jardín que se paran a saludarme... Para mi desgracia (vaya uno a saber si mi desmemoria es un síntoma más del síndrome) ni las registro.
Luego vino la escuela primaria. Y con ella mis mejores amigas. Recuerdos a montones (mi mejor amiga atándome los cordones de los zapatos en tercer grado), siempre la mejor onda con todos, era uno más, un alumno que era tratado igual que el resto. Jugaba a la bolita, a la mancha, hacía gimnasia (la cual odiaba), estudiaba, y terminé mis 9 años de primaria con el mejor promedio... ¿Quién diría que un discapacitado sería el mejor alumno del colegio? ¡Mal! Desde MI punto de vista, llamarnos o que nos llamen discapacitados es erróneo. Que tengamos secuelas visibles de esta enfermedad no amerita que seamos llamados así... Si alguien me pregunta, diría que nadie debería ser llamado discapacitado, pero bueno, no es este el lugar para ponerse a discutir eso.
A esta altura, eran bastantes las cirugías que se me habían realizado. Paladar abierto, párpado caído, estrabismo, y otra más que se me olvida. Y es en este punto, a mis 15 años, que un médico de mi hospital de cabecera le preguntó a mi madre: "¿Por qué no piensa en hacerle cirugia plastica a su hijo?". Mmmmm Primero, tremendo error no preguntarme a mí (volvemos al tema de que porque soy discapacitado piensan que no pienso por mi mismo, valga la redundancia), y segundo, ¿no deberia ser yo el que tenga que decidir? Pero mi madre es una santa y eso hizo: preguntarme. Y mi respuesta fue rotundamente negativa.
Para que entiendan mi postura, déjenme contarles la historia de una de mis novelas de cabecera "Ministerio de Casos Especiales". Cuenta la historia de una familia judía con un hijo militante en plena época dictatorial argentina, con todo lo que ello conlleva. Madre y padre deciden hacerse una cirugía de nariz creyendo erróneamente que así podían borrar su herencia racial y evitar ser buscados por las fuerzas militares. Durante el desarrollo de la novela secuestran a su hijo, Pato, al que nunca volverán a ver. La madre decide luchar con cuanto politico, policía y milico pudiera para poder recuperarlo. Pero ¿saben cuál era la respuesta de ellos al mostrarles la foto de su Pato?: "Lo siento señora, pero su hijo no se parece en nada a uds, es un NN"... La conclusión salta a la vista.
LA TEMIDA SECUNDARIA
La tercera etapa de mi vida comenzaba: la temiiiiida secundariaaaa. Siempre fui a escuelas públicas y esta no iba a ser la excepción. Aca, una escuela pública y una privada son diferentes. Mientras la primera te enseña a vivir, la otra podríamos decir que es más "antiséptica". Algunos de mis compañeros fueron también a ese colegio, asi que tan solo no me sentia despues de todo. Segui con mi vida tal cual lo venía haciendo: Estudiando, saliendo a veces, cultivando mis hobbies (la lectura, las historietas, el pool, etc). Ya nada me asustaba en cuanto a rareza, ya que de buena mano yo ERA una rareza.
Muchas veces me sentía... raro, inadaptado... quizá por mis gustos musicales, mis pasatiempos, prefería pasar el rato yendo solo al cine que ir a bailar, por dar un ejemplo. Incluso llegué a pensar que era adoptado.
Terminé la secundaria... nuevamente con el mejor promedio... si cabe
Y empecé la universidad. Cuando fui a la UBA a estudiar, más precisamente en la Cátedra de Química, habia más de 100 bancos, no exagero, de los cuales estaban ocupados la mitad. ¿Me imaginan sentado solo en un banco y alrededor mío, como si fuera un círculo, sillas vacías y los demás compañeros apilados en los costados, lejos de mi presencia, como si tuviera la lepra por poco? ¡jajajajaja!
Lamentablemente, debido a una úlcera nerviosa en mi intestino, abandoné los estudios universitarios. Por unos años me dediqué de pleno a la pintura, hasta que me aburrí de la monotonía de no hacer nada provechoso de mi vida (asi lo veia yo) y decidí ponerme en camino para conseguir un trabajo, y para eso, decidí mandar una carta al intendente de mi lugar, el cual, para mi sorpresa, me dio trabajo.
¡Y aquí estoy ahora! 2013. Hace 3 años y 3 meses que estoy trabajando en una biblioteca. Mi sitio ideal. Me ha permitido conocer a muchísimas personas, moldear más mi carácter (pasé de sumiso a hablador sociable en cuestión de meses).
Mientras que mi vida ha mejorado año tras año, siempre hay algo que quizás lo arruina, personas más concretamente. Algunas risitas, la indiferencia total... Donde más lo noto es en el momento de conocer a alguien, digámoslo, amorosamente. Me cuesta horrores encontrar a alguien que no se fije en la parte física de la otra persona. Miremos cualquier campaña publicitaria y veremos el modelo a seguir en la sociedad del siglo XXI: Musculosos, ojitos del color del cielo, lampiños, facheros, lookeados, con los labios pintados.
A una persona con discapacidad o que le cuesta conocer gente, ¿qué es.lo que más le gustaría hacer en su vida? Enamorarse. Y cada vez cuesta más, no por mi, que aprendí a los golpes a llevar esta vida lo mejor que se puede, sino por los demás. Materialistas, superficiales, egoístas. Las relaciones humanas no están en su mejor momento. Lo saben todos, pero aún no puedo creer hasta el punto en el que hemos llegado. Ojalá me equivoque. Dios quiera que mi apreciación sea errónea. Jamás en mi vida desee estar al lado de alguien como ahora. Ya habrá alguien que me quiera tal cual soy, dicen todos... ¡Ojala!
Para terminar quisiera retomar algo. En su momento me llamé rareza.Creí ser el único de mi especie. ¡Cuán equivocado estaba! En un año he conocido a muuuuuchas personas. Todas igualmente buenas. Tantos chicos con el mismo problema... Y fué cuando conocí a Milton (el primero que vi con mis ojos) el día que decidí vivir hasta el final... Por él y por todos los demás.